Desde envases de yogur y cartones de leche hasta botes de champú y tubos de dentífrico, los europeos producen una media de 35 kilos de residuos de envases de plástico al año. Según la OCDE, el consumo de plástico se triplicará de aquí a 2060. Envases y bolsas de la compra usados en nuestra vida cotidiana no se reciclan y acaban en vertederos o incineradoras. Se calcula que, en el mejor de los casos, solo se recicla el 40% de los residuos plásticos de Europa.

La falta de reciclaje va unida a una enorme demanda de plástico nuevo, lo que acarrea consecuencias dramáticas. El plástico se fabrica con petróleo y gas, combustibles fósiles que impulsan la crisis climática. Investigadores de Estados Unidos predicen que la producción y eliminación de plástico será responsable del 15% de las emisiones mundiales de CO2 en 2050. También está acelerando una catástrofe medioambiental sin precedentes. Investigadores europeos y estadounidenses calcularon recientemente que cada año llegan a los océanos 11 millones de toneladas de residuos plásticos. En 2030 podría ser el doble, si políticos, empresas y ciudadanos no actúan.

En 2015, la UE presentó un plan de acción para una economía circular y se comprometió a "cerrar el círculo". En el futuro, materias primas como el plástico deberían circular sin fin. Desde la producción al supermercado y luego al hogar, al cubo de la basura y de nuevo a la planta de reciclaje. Del plástico viejo surgiría el nuevo. En un sistema circular cerrado, las materias primas se reutilizarían una y otra vez, de forma que se evitarían las crisis climáticas y medioambientales que se avecinan.
Pero, como documenta nuestra investigación periodística, la UE está aún lejos de conseguirlo ese objetivo siete años después de presentar su plan de reciclaje.

Esta investigación cuenta con el apoyo del Earth Investigations Programme del Journalismfund Europe.