Londongrado: la adicción de una ciudad a los oligarcas rusos y el dinero fácil

3 marzo 2022
Juliet Ferguson
Juliet Ferguson
Inundado de dinero ruso, el Reino Unido se encuentra en una posición única para cortar el suministro de efectivo a los ricos y poderosos oligarcas. El camino está ahí, ¿pero hay voluntad?
Cualquiera que lleve viviendo en Londres tanto tiempo como yo no puede pasar por alto que, en los últimos 30 años, la ciudad se ha inundado de dinero. Desde mediados de los noventa (la última vez que una propiedad fue asequible para alguien con un salario medio), las tiendas son más de diseño, los coches más rápidos y las propiedades cada vez más caras. Knightsbridge y Belgravia se han convertido en el patio de recreo de los oligarcas y en el centro de todo -ese templo de Mammon- se alza Canary Wharf, sede de bancos, aseguradoras y abogados, brillando en el horizonte londinense con sus relucientes ventanas que ocultan negocios turbios. 

“Londongrado", "Moscú del Támesis"... Que el dinero ruso ha tenido una cálida acogida en Londres no es ningún secreto. En las últimas dos décadas, propiedades inmobiliarias de primera clase en Londres y sus alrededores han sido compradas por rusos adinerados que buscaban un refugio seguro para su dinero en efectivo, con pocas o ninguna pregunta. 

Transparencia Internacional calcula que, desde 2016, rusos acusados de corrupción o vínculos con el Kremlin han comprado propiedades por valor de 1.500 millones de libras. De ellas, el 55% está en manos de empresas en paraísos fiscales, el modo de propiedad preferido por aquellos que buscan mayor discreción en sus transacciones financieras.

También hay oligarcas de renombre que compran equipos de fútbol. El Chelsea FC, por ejemplo, es propiedad de Roman Abramovich desde 2003 (acaba de anunciar que lo pone en venta). También los hay que apoyan las artes. Se ha pedido a la Fundación Tate que rompa sus lazos con Viktor Vekselberg, que fue nombrado miembro honorario en reconocimiento a sus donaciones. Y luego están las donaciones políticas. En 2019, Open Democracy reveló que el Partido Conservador que gobierna el Reino Unido recibió más de 3,5 millones de libras de financiadores rusos desde 2010. Mientras tanto, el ex primer ministro laborista Tony Blair sigue contando el dinero donado por oligarcas rusos a su organización benéfica.

Tal era la preocupación por la influencia rusa en la política británica que la Comisión de Inteligencia y Seguridad del Parlamento elaboró un informe, titulado "Rusia", para evaluar hasta dónde llegaba. El informe describe al Reino Unido como un país que ha acogido a los "oligarcas con los brazos abiertos" y remonta su atractivo como destino del dinero ruso a principios de los años noventa. Fue en 1994 cuando el Gobierno británico introdujo el programa de visados para inversores, que permitía a quienes invirtieran dos millones de libras o más en el Reino Unido acceder por la vía rápida (ellos y sus familias) a la residencia permanente: cuanto mayor era la inversión, más rápida era la vía.

La suma del visado de inversor, una regulación poco estricta y un mercado inmobiliario en auge convirtió al Reino Unido, y en particular a Londres, en una propuesta muy atractiva para cualquiera que tuviera grandes sumas de dinero que lavar. Descrito como la "lavandería" londinense, implicaba un complejo sistema de empresas ficticias y préstamos falsos y dependía en gran medida de la falta de supervisión por parte de las autoridades. 

El sistema de visados se suprimió el 17 de febrero de este año para frenar a las "élites corruptas que amenazan nuestra seguridad nacional y mueven dinero sucio por nuestras ciudades", según el ministro del Interior, Priti Patel. Pero casi tres décadas de dinero sucio circulando por nuestras ciudades no pueden borrarse tan fácilmente. Y la influencia rusa en el Reino Unido se ha convertido en "la nueva normalidad", según el informe sobre Rusia, que describe una serie de instituciones británicas como "beneficiarias voluntarias del dinero ruso" en un proceso que describe como "blanqueo de reputación". El informe se publicó en julio de 2020, tras un retraso de nueve meses.

Las sanciones funcionan. Si había alguna duda de que pueden tener un impacto, sólo hay que ver lo rápido que cayó el rublo a raíz de las sanciones occidentales. El Banco de Rusia subió los tipos de interés al 20% –más del doble que antes– y los medios de comunicación occidentales informaron de una avalancha en los bancos y preocupación por el suministro de productos de primera necesidad. Pero el impacto no es universal y preocupará poco a quienes tienen yates amarrados en el sur de Francia, mansiones en Belgravia, clubes de fútbol, colecciones de arte y todos los demás adornos de la oligarquía. Para los que tienen sus inversiones a buen recaudo en paraísos fiscales, las sanciones actuales no tendrán prácticamente ningún impacto. 

El periodista y escritor Oliver Bullough, autor del libro Butler to the World (Mayordomo del mundo), describe en un podcast de New Statesman cómo Rusia es una sociedad enormemente desigual. "Hace que Estados Unidos parezca Dinamarca", afirma. "Unas 500 personas –el círculo que rodea a Vladimir Putin– lo poseen todo, tienen más riqueza que el 99,8% de la población". Bullough añade que aproximadamente la mitad de su riqueza (y, por tanto, de la riqueza de Rusia) se encuentra en paraísos fiscales. 

Los condados que se extienden hasta el límite de Londres, en el oeste y suroeste, sobre todo Surrey, fueron conocidos en su día como el cinturón de los corredores de bolsa. Abarcan pueblos situados a poca distancia de la milla cuadrada donde hombres con bombín y paraguas bajo el brazo se desplazaban diariamente a sus puestos de trabajo en la ciudad y regresaban cada noche a hogares que eran la viva imagen de la respetabilidad adinerada… y el centro de muchas comedias de situación. 

Algunos de los actuales residentes de Surrey han tenido que recorrer un trayecto mucho más largo para llegar al lugar que ahora llaman hogar. Especialmente St George's Hill, cerca de Weybridge, que ha sido apodado "el Beverly Hills británico". Aquí las casas tienen precios elevados, a veces más de 20 millones de libras, y muchas son propiedad de rusos. Es posible que pronto haya algunas más en el mercado antes de que Liz Truss, ministra de Asuntos Exteriores del Reino Unido, publique por fin su "lista negra" de oligarcas a los que se aplicarán sanciones. El Partido Laborista ha criticado al Gobierno por su lentitud, que ha provocado una "fuga de activos". El alcalde de la ciudad ucraniana de Leópolis declaró a The Guardian que Boris Johnson debería confiscar esas propiedades y utilizarlas para alojar a los refugiados ucranianos expulsados de sus hogares.

Pero las preocupaciones sobre la influencia rusa ya se han planteado antes. En 2018, el informe parlamentario Moscow's Gold, redactado tras el ataque a Serguéi y Yulia Skripal en Salisbury, hablaba de una "relación directa entre la riqueza de los oligarcas y la capacidad del presidente Putin para ejecutar su agresiva política exterior". Solo sancionando la riqueza de los oligarcas se puede hacer un daño financiero real al régimen de Putin. En 2018, la retórica de Westminster era contundente, pero, según el informe, siguió "como siempre", con activos corruptos blanqueados y ocultos en Londres.

Los activistas reclaman más legislación y poner fin a las lagunas, pero la legislación estaba ahí, y parte sigue estándolo, señala Bullough. El escritor se remonta a los años 50, cuando Gran Bretaña dejó de ser la cabeza de un imperio, pero conservó todos los mecanismos del imperio y los puso al servicio de otros. Con el paso de los años, parte de la legislación se ha ido debilitando, mientras que en otros lugares la legislación existe pero los reguladores carecen de los medios para aplicarla, a menudo por falta de recursos.

El primer paso para perseguir el dinero ilícito (y esto es aplicable a todo el dinero, no sólo al ruso) sería averiguar quién lo posee. Actualmente se está tramitando en el Parlamento un proyecto de ley sobre delitos económicos que, según Transparencia Internacional, introducirá reformas sobre la transparencia de la propiedad. Pero critican un periodo transitorio que da tiempo a la fuga de activos, y lagunas que pueden aprovecharse para permitir que el propietario del inmueble permanezca oculto. 

También se pide que el Registro Mercantil tenga competencias para verificar las inscripciones y eliminar la información falsa. Open Democracy teme que el proyecto de ley elimine la obligación de comprobar la identidad para evitar el uso de nombres falsos, una práctica ilegal pero habitual, ya que no hay forma de evitarla. Empresas registradas a nombre del Pato Donald o de Mickey Mouse sirve de lectura entretenida, pero muestran el desprecio que se tiene por el sistema. El hecho de que se salgan con la suya es una burla a todo el proceso.

Y ahí radica otra preocupación. Las normativas son tan sólidas como los organismos que las supervisan y garantizan su cumplimiento. La nueva legislación debe ser sólida y sin lagunas; no se puede suavizar el proyecto de ley de Delitos Económicos. Pero, lo que es más importante, cualquier legislación debe contar con las competencias y los recursos necesarios para garantizar su cumplimiento, con sanciones para quienes no las respeten y con la voluntad política de permitir que los organismos encargados de la supervisión hagan su trabajo. 

No será fácil, pero ha llegado el momento de que Londres deje atrás su adicción al dinero fácil. Lo que hace falta son normas, recursos y voluntad política para hacerlas cumplir. Las sanciones a los oligarcas rusos deben ser duras e inmediatas, pero más allá de eso, todo el sistema necesita una limpieza.

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